jueves, 27 de diciembre de 2007

fotos del rodaje de "elas contam", octubre de dos mil siete


fotografías de j. p. gegúndez

martes, 25 de diciembre de 2007

exposición colectiva mujeres de este mundo2


Queridos/as amigos/as

Os invitamos a la EXPOSICIÓN COLECTIVA MUJERES DE ESTE MUNDO2. El próximo día 3 de enero a las 8 de la tarde inauguramos y hacemos SUBASTA de obras de treinta artistas plásticos que quedarán expuestas hasta el día 13 de enero en el Centro Cultural Palacio de la Audiencia (Soria). Los fondos recaudados tienen como objetivo mantener los proyectos de formación y capacitación con mujeres que comenzamos a desarrollar en este año en 28 barrios de la periferia de Salvador de Bahía (Brasil) en colaboración con CECUP - Centro de Educación y Cultura Popular de Salvador.

Gracias a la colaboración de los/as siguientes artistas (que han donado sus obras) podemos presentaros la segunda edición de la expo, ellos y ellas son:

Alejandro Gómez
Alejandro Plaza
Cecilia González
César Sanz Marcos
Chema Madoz

Concha Ortega
Cristina Candel
Diego López Calvín
Elvira Megías Quirós
Fernado García Ortega
Fernando Santiago
Francis Tsang
Guillermo Latorre Plaza
Gloria Rubio Largo
Isabel Muñoz
Jesús Pastor
Joan Guerrero
Jose Ignacio Latorre Macarrón
Jose Manuel Navia
J.P. Gegúndez
Juan Bautista Morán
Marisa Vico Nieto
Miriam Tello
Myriam Toledo
Olga Latorre Cristóbal
Pedro Álvaro García
Rafa Sámano
Ramón López Benito
Ramón Sicart
Sergio Gónzalez
Teresa Buberos Andrés
Vanesa Borrell Serrano
Yamina Sanz

En este momento estamos editando un catálogo con todas las imágenes, os adelantamos algunas de las obras que podréis ver y/o adquirir en la expo, en próximos correos os mandaremos más imágenes, son todas preciosas.

Os agradecemos le déis toda la difusión posible al evento, nos vemos, un abrazo

Ana Latorre

lunes, 24 de diciembre de 2007

elas contam (antecipo)

jueves, 20 de diciembre de 2007

saliendo de la boca del lobo

la banda con ana y guille

mariene de castro, con mujeres del mundo, en madrid, boca del lobo




fotografías de j. p. gegúndez

en radio nacional de españa, radio 3

mariene, marilene, ana y josé ángel fueron entrevistados en radio nacional de españa, radio 3... en un mundo feliz con tato puerto y paloma cortina

y la repercusión...




el concierto en soria

mariene, carlos, moacyr, gustavo, celia, marilene y elaine... carlos es alcalde de soria ("prefeito")
moacyr, a produçâo de mariene... siempre atento... "como grudo o tapete ao châo?"
dos mamás y dos bebés ríen: complicidad entre "gravidas"?
gustavo... y su condor...
jaime con su nuevo djembé
eduardo josino y josino eduardo antes del show "o pé de timbau???"
marilene, otra de las grandes causas del concierto
ana, la presidenta... no, no está descansando... algún detalle de producción por el móvil...
alano, el origen de todo... nos regaló un disco de mariene, abre caminho... venía enamorado de ella desde bahía...

jueves, 13 de diciembre de 2007

mariene de castro y su banda graban en madrid la banda sonora del documental ellas cuentan - elas contam

Hoy grabamos la banda sonora del documental. Mañana nos vamos a Soria para dar el primer concierto. Todo preparado para escuchar a una de las voces más lindas de Bahía.

martes, 11 de diciembre de 2007

muito obrigado heraldo

cada día en convocatorias, en el heraldo de soria...

mariene de castro en el heraldo "de novo"

mariene y diario de soria

mil novecientos noventa y cuatro

el documental y mariene en el heraldo de soria


sabes quién viene? Mariene...!

del tres al trece de enero de dos mil ocho, en soria

amiga, isabel y francis

diegolópezcalvín

rafa sámano

diegolópezcalvín

até logo

proyectos sensibilización en soria 2007


diario de viaje a salvador (tres)

Por Olga Latorre (durante el viaje de identificación participativa en julio y agosto de 2006 en Salvador).

III- UN MUNDO PARA ELLAS
En el mar, en una playa de Itaparica, una de las islas del distrito de Bahia, Tania y Dandara me miran con simpatía. Son dos niñas que están de camino a la edad adulta. Dandara intenta hablar pero una ola estalla contra nosotras y lo que emite es un balbuceo que no se entiende. La imito y nos reímos.
-¿De qué país has venido?- pregunta Tania, sumergida hasta la cintura.
-De España.
-¿Cómo es? ¿Hace mucho frío allí?-dice Dandara, tiritando, abrazándose el cuerpo.
-En la ciudad donde vivo sí, pero en invierno. Entonces nieva y todo. ¿Sabeis que ahora allí es verano? Vosotras estáis en las vacaciones de invierno, pero allí los niños están...
-Sí, si- me interrumpe Dandara- yo ya sé que va todo al revés. Sé que en Europa ahora las niñas como yo están durmiendo.
-¿Es más bonito?-interviene Tania.
Miro alrededor, veo una playa de arena blanca, una vasta extensión de mar y agua clara, iluminada por un sol suave. Hay varias mujeres reclinadas sobre hamacas, con vestidos sencillos, que conversan con alegría. Observo que una de ellas está embarazada o ha dado a luz recientemente, lo cual es más probable porque tiene un carrito al lado. Más allá veo una mujer de edad avanzada que vende algo, desde aquí no alcanzo a saber el qué. Hay varias familias disfrutando de un domingo sencillo, de la brisa y el mar en calma. Igual que Ana y yo, después de una semana de trabajo intenso con la ONG Mujeres del Mundo.
Recuerdo de pronto las fotos de las revistas de las agencias de viajes. Imágenes de playas, junto a caderas y bumdas (culos, en brasileño) estupendos. Me pregunto si existe esa mujer que forma parte del imaginario colectivo sobre Brasil. La imagen que durante años se ha exportado del país y aún se exporta en postales que contienen ese ideal de belleza. En Europa se ha explotado hasta la saciedad en las agencias de viajes, pero también en spots publicitarios y videoclips musicales. La fórmula fácil de la mujer como objeto de seducción. Pienso que el problema que lleva consigo esa cosificación de la mujer, mostrar una cadera a ritmo de samba como gancho para atraer turismo es que a menudo esa imagen va ligada a la idea de la mujer tropical, decidida a practicar sexo con cualquiera, sin voluntad ninguna para decidir con quién, cuándo y cómo. Y si ese preconcepto quedara ahí pues cada cual que aguante su cabeza, pero ocurre que hay quien emprende el viaje desde Europa con ese tópico incrustado en su cerebro y actúa en consecuencia. En estos días he conocido a un grupo de españoles, muy jóvenes, que aterrizaron con esa idea: Salvador de Bahia como una cancha dispuesta para ellos. Por azar y, ójala no lo hubiera oído, asistí a una conversación sobre sus conquistas. Me pregunté si estos chicos hablarían igual, como carne, como de especie animal, de las mujeres españolas. En su caso parecía que el pasaporte hasta aquí, el hecho de llegar al llamado “tercer mundo” y proceder del “primer mundo” les atribuyera un derecho de pernada. Me sentí asqueada de venir de la misma tierra que ellos. Me planteé cuántos turistas pueden llegar aquí con esa idea entre ceja y ceja, para los que las mujeres no son como las europeas, de carne y hueso, con alma y voluntad. Que pasan al lado de estas chicas sin saber quiénes son, amparados, a su vez, en la imagen que ellos proyectan de hombres europeos, de piel blanca, prósperos y con el bolsillo lleno de dinero.
Recuerdo a todas las mujeres que he conocido en estos días. Pienso en Luzia, mientras lavamos la ropa juntas, y hablamos del deseo o no de tener hijos. De su dignidad y su sentido común. Veo a Lidia, profesora de Educación Física, formada, (como dicen aquí, al referirse a las personas que pasaron por la universidad) enseñándome una exposición de fotografía. Jacqueline o Fran, mujeres del mundo, con una fuerza y una profesionalidad sin fondo. O María que trabaja en la lavandería de un hotel para que su hija pueda estudiar. Selma, que ha levantado el proyecto Pracatum codo con codo, junto a Carlinhos Brown. Lourdes, que ha criado sola a dos hijos, trabajando como cocinera, y está al pie del cañón siempre para que ellos triunfen en la música. Todas ellas son mujeres de Brasil, como tantas otras.
Mujeres. Lo que implica luchadoras, porque por alguna razón que mi intelecto sigue sin discernir nos ha tocado llegar a un mundo donde por el simple hecho de nacer mujer, con la única y real diferenciación de ser capaces de parir hijos, implica bregar por nuestros derechos de igualdad con el hombre (en España sigue habiendo diferencias en las nóminas). Eso es una constante en todo el globo terráqueo, norte, sur, este u oeste, en mayor o menor medida.
¿Cómo era lo que había dicho Dandara? El mundo al revés. Deberíamos dar un salto y poner por un tiempo todo al contrario. Como la noche y el día. Hombres en el lugar de las mujeres, mujeres en el lugar de los hombres. “Primer mundo” y “tercer mundo” patas arriba. Seguro que encontrábamos un camino hacia la igualdad y la diferencia, más respetuoso. Aprenderíamos también a apreciar el pedazo de tierra donde nacimos o crecimos, doquiera que vivimos.
Otra ola salpica a las niñas, mientras esperan mi respuesta.
-A mi me parece que tenéis mucha suerte de vivir en este lugar. De verdad.

diario de viaje a salvador (dos)

Por Olga Latorre (durante el proyecto de identificación participativa en julio y gosto de 2006 en Salvador).

II. CABEZAS DE NEGRO.

Mucha gente pasa por aquí sin saber lo que significa Pelourinho. Pelourinho significa
lugar de tortura; búscalo en un diccionario, ya verás –me dice Junior Santana, un percusionista de 25 años que ha vivido aquí, en el Centro Histórico de Salvador, desde niño
–. Y a estas piedras del suelo las llamamos “cabezasdenegro”, porque aqui, en esta plaza se azotaba a los esclavos. Dicen que corrían rios de sangre sobre ellas.
Yo miro al suelo y veo el vasto pavimento de uno de los enclaves principales de la ciudad, el Largo do Pelourinho, empedrado de cantos gris oscuro, lamidos al paso de turistas y nativos. Pienso en esa imagen sobrecogedora y me pregunto si será una voz popular o será cierto. Quiero preguntárselo tal cual, pero él ya camina alejándose con andar pausado. Veo cómo se mueve un instante al ritmo de la música de un concierto próximo, las trenzas del peinado le acompañan. A su lado una bahiana, Julia, vende acarajés (pequeñas bolas de masa fritas, que son originarias de África). Ella lleva un chal de lana blanca, blanca como
el tocado de su cabeza, en contraste con el color de su piel. Cae la noche sobre Salvador y ha comenzado a refrescar. Al otro lado de la calle varias chicas recogen las sillas donde han estado trenzando durante todo el día el cabello, a menudo rubio,de las “gringas”, como nos llaman aqui a las extranjeras. Bajo la calle y llego hasta el hostel Lucas, donde la ONG
Mujeres del Mundo se ha instalado. Ana ya ha regresado de la última reunión del día. Es tiempo de descansar.
Al día siguiente busco un hueco para averiguar más cosas sobre Salvador en Inet. (Pelourinho es sinónimo de picota). Leo que fue la primera metrópolis de Portugal en el siglo XVI y se convirtió en uno de los puntos de referencia para navegantes por su localización estratégica. Que se construyó y prosperó de la mano de miles de esclavos procedentes de Angola, Benin, Congo, Etiópia, Mozambique y Senegal. En otro espacio de la red descubro que Salvador de Bahia es hoy la ciudad con mayor número de descendentes africanos en el mundo, después de NY. Trato de evaluar lo que todo esto significa. África en otro continente, con sus implicaciones: color de piel, cultura, constumbres, religión, música... adaptadas a un lugar diferente. También encuentro un estudio demográfico donde se habla de porcentajes sobre las razas que pueden encontrarse en la ciudad, en un desglose que abarca: COLOR NEGRO, COLOR AMARILLO, COLOR PARDO, COLOR MESTIZO, COLOR BLANCO. Me pregunto cómo puede darse rigor a un estudio de esa naturaleza. Me parece imposible y mi cabeza empieza a recrear la imagen de un técnico vestido de bata blanca con una tabla de colores en la mano, comparando el matiz de referencia con la piel de la persona hasta dar con la casilla acertada (como si dispusiera de un pantonero, una tabla que se utiliza habitualmente en el ámbito del diseño, para discernir entre diferentes tonos). Con ello pretendo decir que me parece realmente difícil acotar donde empieza una raza y donde acaba otra, en un lugar donde existe tal mestizaje.
Sin embargo parece necesario delimitar de alguna forma los censos que hagan posible entender la realidad.
En las diferentes reuniones donde Mujeres del Mundo ha participado durante estos días he ido oyendo diferentes porcentajes, dependiendo de las fuentes consultadas, pero siempre en estimaciones que hablan de una población blanca del 7%, sin antepasados de raza negra; población mestiza del 23%; población de raza negra del 70%, sin antepasados de raza blanca. Esta distribución se percibe en la calle a cada paso: en los meros rasgos físicos se discierne que Salvador es una ciudad negra, eminentemente. Sin embargo parece aclararse la piel en áreas que implican dinero, cultura, formación o/y poder: hospitales, administración, universidad... La publicidad, la televisión dibuja una imagen de un Brasil lleno de hombres y mujeres blancas. Recientemente la ONG Mujeres del Mundo asistió a un Congreso Internacional sobre Tráfico de Personas. En la puerta de ese congreso había un cartel que abogaba por los derechos de la mujer negra. Cuando la mesa estuvo compuesta, descubrimos con sorpresa que prácticamente todos los participantes eran de piel clara, mientras que el auditorio, compuesto por decenas de adolescentes procedentes de barrios de la periferia eran de piel oscura, en radical contraste. Comencé a hablar con un grupo de niñas que me miraban como a un extraño ser procedente de otro planeta, avergonzadas y tímidas. Esta sensación en cierta forma me ha acompañado durante el tránsito por las calles de Salvador; no así, exactamente, pero como si el color de mi piel fuera un letrero luminoso que dijera persona rica, persona atractiva, persona interesante. Como si todo el mundo en la calle aplicara aquel pantonero imaginado y lo pusiera a prueba para determinar la categoria social, para determinar lo que es más valioso y, lo que es peor, para decidir qué no lo es. A menudo he oído decir a niñas que no son bonitas porque su piel es oscura. Cómo es posible que una ciudad donde casi todas las niñas y los niños tienen esa fisonomía ellas y ellos puedan pensar que lo ideal es ser de aspecto radicalmente diferente. Es como si la autostima de una sociedad estuviera quebrada en la base: quererse tal cual se es. Sin ese pilar, cómo puede caminarse y hacia dónde.
Hace unos dias conocimos a Januário García, fotógrafo que ha recorrido el mundo con su cámara y sus fotos. Él lleva treinta años luchando en pro de la consciencia negra, por los derechos de las mujeres y los hombres negros. El día 13 de Julio se publicaba su libro “25 años del Movimiento Negro”; en la portada está escrito: existe uma história do negro sem Brasil, o que não existe é uma história do Brasil sem o negro. Existe una historia del negro sin Brasil; lo que no existe es una historia de Brasil sin el negro. Y si eso es así en Brasil, qué decir de Salvador de Bahía. Aqui se hace más evidente la necesidad de saberse negro, quererse negro y saltar de la picota de una vez por todas.

diario de viaje a salvador

DIARIO DE VIAJE.
Por Olga Latorre (durante el proyecto de identificación participativa en julio y agosto de 2006 en Salvador).

1PRIMER DIA DE CLASE.
En el centro histórico de Salvador de Bahía la mañana
se anuncia con miles de tambores que resuenan al paso
del sol invernal, aunque cálido ya a las siete y
media. Mientras los oigo me pregunto quién tocará,
cuántas escuelas de percusión puede haber en la
ciudad, cuántas existían antes del fenómeno Candeal.

Salimos a la calle para iniciar nuestra última jornada
tranquila, el pequeño margen de tres días que nos
hemos concedido para restaurarnos del jet lag, antes
de comenzar el trabajo en Bahía. Hay poca gente, es
domingo. Bom dia -dice el policía en la puerta del
albergue As Laranjeiras. Bom dia -respondemos
nosotras. Bajo el dintel de la puerta azul cercana
siempre con su pelo largo y su aire Bob Marley un
joven nos saluda como lo hace al paso de toda mujer
ante él: Bom dia, bela. Bom dia.

Las sombras aún se proyectan en horizontal, miden la
breve distancia entre el sol y el mar, el sol y la
tierra, a esta hora de la mañana. Oscurecen los
colores de los edificios: amarillo limón, rosa
asalmonado, verde suave en la escuela de percusión
cercana. Aquí hay un niño apoyado en el marco de la
ventana turquesa; otro, en la pared; cinco más,
sentados en el borde de la acera. Nos cautiva su
manera de estar. No tienen el aire de los meninos da
rua, chavalillos que viven en la calle, se dirigen a
los turistas para pedir un poco de dinero, para
conseguir conducirlos a una tienda donde comprar
alguna cosa (leche en polvo, pan, zapatillas...)y
después intercambiarlo por crack o pegamento. Tampoco
se asemejan a los niños y niñas del barrio, gente de
aspecto resuelto que van a la escuela con una mochilita,
o a clases de danza, o que corren retándose entre
ellos, o bailan al ritmo de alguna música cercana.
Estos chavales no, ellos permanecen casi en silencio;
tienen un aire de responsabilidad absoluta, parecen un
poco asustados, como si fueran niños en su primer día
de clase. Acaso igual que nosotras mismas tres días
atrás, recién llegadas. Les preguntamos si podemos
hacerles una fotografía, un pequeño pedazo de ellos,
preciosos tal cual son. Ellos no se mueven apenas,
sonríen de forma tímida. Después nos acercamos, les
damos las gracias y les deseamos que tengan un buen
día.
Ya en la Praça de Sé, punto donde mucha gente acuerda
encontrarse, tratamos de concentrarnos en los
siguientes pasos a resolver: ponernos en contacto con
algunas personas, llamar por teléfono, buscar un lugar
donde vivir por dos meses. Nos acercamos hasta una
cabina, cazuelas azul brillante, semiesferas apoyadas
en un pie metálico. Intentamos hablar desde aquí pero
resulta imposible. El ruido de los tambores en la
plaza próxima impide la comunicacción con el otro lado
de la línea. Nos alejamos hacia un lugar más
silencioso.
De regreso vemos que ya han llegado algunos jóvenes
que practican capoeira (danza típica de aquí, que es
también un arte marcial, movimientos de defensa y
ataque, al ritmo del berimbau), se muestran y exhiben
su belleza, a menudo para cautivar a quien desee
aprender a tocar instrumentos y bailar.
El sonido de la percusión reververa largo tiempo y
resuena al chocar contra las paredes de los edificos
cercanos. Nos acercamos hacia el punto donde una banda
mínima toca. Desde lejos distinguimos con sorpresa que
aquella banda está compuesta por los chavalillos
asustados. Ahora son un grupo de músicos con apenas 10
años de edad delante de un djembé u otros instrumentos
de percusión, casi tan grandes como ellos. Nos
acercamos despacio, con afán de no incomodar y nos
sentamos en un bordillo próximo. Vemos que hay un
profesor con ellos, explicándoles cómo deben hacer.
Uno de los niños se da cuenta de que estamos ahí y
nos sonríe divertido. Intenta demostranos lo bien que
toca y pierde el ritmo. El profesor entonces le
mira, pide a los demás que se detengan, se acerca,
coge los palos del niño y le recuerda la pauta. Así
una y otra vez. Después consigue concentrarse y la
banda suena bien. Cuando hace una pausa nos diriginos
al profesor para hablar con él. En portugués nos
presentamos: ella es mi hermana Ana, yo soy Olga,
pertenecemos a una ONG que se llama Mujeres del Mundo. El año anterior Ana conoció esta ciudad de la mano de una amiga brasileña. Entonces se enamoró de todo, de la gente, de la forma de vivir. Anora tratamos de conocer, entender la ciudad desde todos los ámbitos posibles: la calle, las asociaciones, el Gobierno,
los proyectos abiertos, los barrios, los colegios, la gente... Todo lo que pueda saberse sobre la sociedad bahiana. A continuación el profesor nos dice que se llama Geraldo, que es músico, al igual que su padre. Los niños le pidieron que les enseñara a hacer percusión. Sólo podían los domingos porque el resto de la semana iban a la escuela en los barrios de la periferia, donde está su casa. Y que ésta era, como podía verse, la primera vez que se reunía con ellos, en su primer día de clase.

primer diagnóstico en salvador - bus con lili

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